Asia es un gigante con corazón cercano al que te rindes para vivir una historia de amor hecha mausoleo, para llenar tus pupilas con el verde luminoso de los arrozales, respirar espiritualidad en cualquier templo hinduísta perdido en la selva, sentir la belleza sobrecogedora de sus montañas y la pureza de sus playas, para sonreír a aquellos que siempre te sonríen. Asia es un gigante que se ha hecho con tu corazón.

Estás en el nuevo mundo para vivir nuevas ilusiones, para quedarte sin aliento ante los paisajes andinos de la Patagonia, explorar la salvaje Antártida, dejarte llevar por las aguas  vibrantes del Amazonas, admirar el encanto colonial de las ciudades de México, sobrevolar las playas encantadoras de Brasil o renovar tu vocación cosmopolita en Nueva York. Un nuevo mundo que alimenta una vieja y hermosa pasión por la vida.

Miras el viejo continente con ojos infantiles, para fascinarte con el encanto de los fiordos noruegos, amar las piedras de la Italia imperial, cruzar las aguas de la Turquía más asombrosa, llenar tus ojos y tu paladar con los viñedos y sus deliciosos frutos en Alsacia o atracar en las islas griegas para bañarte en el mar de los dioses. Europa es una vieja conocida que se ha convertido en tu mejor amiga.

Estás en tierra de reyes y dioses para deslumbrarte con los paisajes que te regala el Nilo, hallar la grandeza escondida en tumbas abrumadoras, flotar en el Mar Muerto o descansar en una villa de lujo bajo la arena del desierto de Arabia. Estás en esta tierra histórica que ya forma parte de tu vida.

Abrazas este continente en forma de archipiélago para perderte en sus bosques tropicales, beberte el rojo esplendoroso de sus desiertos, pisar regiones perdidas, sentir el vértigo de sus paisajes, el calor de sus volcanes, el ímpetu de los ríos de Nueva Zelanda o la transparencia coralina de las aguas de la Polinesia Francesa. Oceanía colma tus sentidos con islas de emociones apasionantes y eternas.

Estás en la Antártida, simplemente has llegado hasta allí, y eso ya es toda una aventura. El continente más austral del planeta es un desierto de hielo en el que se han llegado a alcanzar temperaturas de -89º centígrados. Pisar el continente blanco es sobrevivir a la belleza más extrema y hacerlo en una íntima complicidad con la naturaleza. Solo un corazón ardiente como el tuyo puede conquistar el hielo.

Sabes que no hay dos playas iguales, que nada tiene que ver el ímpetu del Atlántico con la calma del Pacífico, la arena fina o la roca poderosa, amanecer acompañando el despertar del sol o viéndolo caer. Cada sensación única que percibas acabará multiplicada por diez en Maravia, porque añadiremos al viaje estancias de ensueño y momentos indelebles.