FRANCIA

París es un prodigio que no te defrauda. La percibes sólida como la torre de hierro con la que Gustave Eiffel desafió las leyes estéticas y las del tiempo. Bella como la Catedral de Notre Dame, que cicatriza sus heridas con la mayor de las dignidades. Infinita como los Campos Elíseos. Esplendorosa como la Ópera Garnier. Libre como el barrio de Montmatre. Viva como el río Sena que dio a luz a la capital.

Estás ahora en el valle de Loira y tienes la convicción de que, además de cepas, crecen castillos majestuosos como los de Amboise, Villandry, Montsoreau o Chenonceau. Sus paredes, fuentes y jardines te dejan muy claro que estás en el lugar donde la solemnidad se vuelve portentosa.

Hay muchas Francias en este país. Una de las más hermosas es Alsacia, este espacio fronterizo donde la mezcla de cada ingrediente no hace sino sublimar la receta final. La imponente cordillera de los Vosgos o la maravilla salpicada por el Rin tienen, por separado un gran valor, pero juntos, es incalculable. Recibes así la bienvenida a un país que nunca podrás dejar del todo.

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